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domingo, 31 de mayo de 2015

Capitulo 10 "My Agent "

Capítulo diez: Llanto. 

El sábado había transcurrido normal, luego de quePatricio  se fuera me dispuse a dormir, tenía sueño, demasiado. Estaba agotada.
El domingo, llegó mi auto nuevo, equipado con sistema de espionaje, pero estaban escondidos, de manera que sólo oprimiendo ciertos lugares, se podrían ver. 
Me dediqué a ocuparme de la misión. No había señales de Antonio, por lo que se añadieron algunos policías en la búsqueda. Me dirigí rápidamente a casa de las tres Milett  sospechosas, espié un rato y Milett Figueroa estaba en su casa. Millet bieber  no y Millet  Claret tampoco.
Realmente, no importaba si estaban en la casa o no, ya que aunque fueran ellas, podrían fácilmente tener cautivos a las víctimas, mientras ella iba y venía. Pero la noche de la desaparición era fundamental, porque era cuando ella entraba. Así que tenía que investigar más eso.


Me apresuré para ir a casa de Claudia, la chica de la fiesta. Me presenté como una detective y obviamente saqué la información que quería. Ella me daría la lista luego, ya que debía buscarla. Le pedí silencio y ella, supongo, lo mantendrá. Ya había descartado totalmente a Hidalgo, ya que Claudia afirmó verla en su fiesta, es más, fue una de las últimas en irse. Pero a las otras dos no se acordaba si las había visto.
Para su mala suerte, Hidalgo y fuster eran catiras, Claudia no. Sin embargo, puede usar perfectamente peluca.

El día transcurrió en eso, me di un espacio para comer y luego ayudé en la búsqueda. Nada de Patricio por hoy. No volvió a llamar.

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Peiné mi peluca, estaba en mi nuevo auto y era, realmente, muy satisfactorio no tener que caminar.
Estacioné y vi que había gente amontonada. Corrí ligeramente cojeando un poco. Llegué y noté que la mayoría de los alumnos estaban fuera de la escuela y que los oficiales cerraban el colegio.

— ¿Qué sucede? – Pregunté a uno de los alumnos.

— Es Antonio, es la cuarta víctima de un secuestro. Cierran el colegio porque están preocupados, han alejado a la prensa.

— Pero Antonio ¿Está bien?

— Si, sólo que tiene sobredosis de pastillas. Está un poco delicado. Por lo que escuché.

Asentí y agradecí, para luego correr. Necesitaba la escuela abierta, frenarían la mayoría de mis investigaciones. Era mi caso y los oficiales no podían oponerse. Me adentré entre la multitud y pasé la cinta amarilla que dictaba precaución. Los policías tomaron mis brazos y empezaron a balbucear cosas a las que no presté atención. Alejé sus manos con un brusco movimiento y los obligué a seguirme.

— Niña no puedes entrar aquí.

— Oficiales, con todo respeto ustedes son los que no deberían interferir. – Mostré mis distintas placas y permisos. Me vieron expectante y asegurándome de que nadie me viera, me retiré la peluca, los anteojos y quité el maquillaje con las manos. – Soy Sheyla Rojas  y manejo este caso, no necesitaré su ayuda a menos de que sea un caso muy urgente. Si cierran el colegio detendrán mi investigación, ya que suponemos que él o la secuestradora está en la escuela. Ahora retiren su equipo y denme la ubicación del hospital.

Los oficiales me escucharon detenidamente y asintieron apenados por interferir. Dejaron claro al director que no se preocupara, que tenían personal infiltrado.

Me apresuré a los baños y me cambié, quedando totalmente como Sheyla Rojas . Quité los restos del maquillaje especial y me decidí a ir al hospital. De repente noté como los alumnos entraban, mis órdenes de no cerrar la escuela habían sido acatadas.
Busqué con la mirada a Parodi, pero no, no había venido. Así que me dispuse a apresurar el paso para que nadie me reconociera.

Bajé y pasé al gran hospital.

— Perdone señorita, ¿La habitación de Gino Pessaresi?– Pregunté a una enfermera.

— Lo siento, el paciente no acepta visitas. – Dijo desinteresada, hasta que le mostré mi placa y me dijo el número de habitación.

Tenía un leve enojo, al pensar que Patricio pueda estar en los brazos de alguna perra. No me llamó en todo el domingo y ahora falta a clases. Tal vez sea porque llegó tarde o simplemente está molesto conmigo como para llamarme, quizás la que erró fui yo al no contestar sus llamadas. Pero sentí que le haría daño si lo llamaba. Estaba involucrándolo en una mentira y no quería eso. Tal vez, sólo tal vez, me fui demasiado lejos con esto de Patricio y las dobles personalidades. Pero es que despertaba tanta adrenalina en mí.

Y ahí fue, cuando justamente, al parecer llamado por mi pensamiento, apareció Patricio. Estaba recostado de una pared, en el piso, llorando. ¿LLORANDO? ¡Oh por Dios! ¿Qué le sucedía?
Yo no era la única que tenía secretos, él también debía tener uno. Lloraba en silencio, pero cada lágrima era una pequeña daga que se clavaba en mi corazón. No soportaba verlo así, no podía verlo llorar con tanto sufrimiento.
Me sentí como una basura, yo juzgándolo y él sufriendo aquí, pero ¿Por qué?
Me acerqué lentamente a él y…

AHORA QUE PASARA HUY SHEY SHEY !!! 

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